Diferencia entre artritis y artrosis: hay muchas personas que utilizan estos términos indistintamente para referirse al dolor articular, como si fueran sinónimos que indican la misma patología. Aunque ciertamente son enfermedades reumáticas que afectan gravemente a las articulaciones, desencadenando síntomas típicos como el dolor, la rigidez y la limitación del movimiento, en realidad son dos enfermedades que tienen cada una sus propias características.
Diferencia entre artritis y artrosis
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La artritis es una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta a personas de entre 30 y 60 años (sobre todo a las mujeres), aunque también se da en niños. Es una enfermedad muy común que afecta al 2% de la población.
La artritis afecta inicialmente a la membrana que recubre las articulaciones, llamada membrana sinovial, y después a las propias articulaciones, con mayor frecuencia a las más pequeñas, pero también a las más grandes, y rara vez es poliarticular (es decir, no afecta a más de cuatro articulaciones).
Los síntomas de la artritis en curso son el enrojecimiento y el aumento de la temperatura en la zona correspondiente a la articulación afectada, la inflamación, la hinchazón, la rigidez matinal, incluso la rigidez prolongada, que cede con el movimiento, y el dolor. Esto último ocurre tanto en reposo, es decir, también por la noche, como con el movimiento de la articulación: algunas personas encuentran alivio con tratamientos de calor, otras con compresas de hielo, pero en cualquier caso se trata de medidas meramente paliativas que sólo alivian los síntomas.
En los casos más graves y no diagnosticados, las articulaciones también pueden deformarse, imposibilitando que el sujeto realice incluso acciones cotidianas, y con el paso del tiempo también pueden romperse ligamentos y tendones.
La artritis puede subdividirse en tres macrocategorías: la artritis autoinmune, cuando el cuerpo produce anticuerpos contra sus propios elementos debido a una anomalía del sistema inmunitario; la artritis metabólica; y la artritis infecciosa, cuando los gérmenes pasan por el torrente sanguíneo y afectan a los tejidos cercanos a las articulaciones.
La gota, una enfermedad muy común en el pasado, es una forma de artritis metabólica y se produce cuando se forman cristales en las articulaciones debido a un aumento del ácido úrico en la sangre.
La artritis autoinmune incluye enfermedades del tejido conectivo, que también afectan a otros tejidos y órganos, como el lupus eritematoso sistémico, la espondilitis anquilosante, que afecta principalmente al esqueleto axial (articulaciones sacro-ilíacas, dorsales, espinales y lumbares), y la artritis reumatoide.
La artritis reumatoide afecta aproximadamente al 1% de la población y surge cuando el propio sistema inmunitario ataca a las articulaciones: se plantea la hipótesis de que una de las causas puede estar relacionada, en particular, con factores ambientales que desencadenan una intolerancia del sistema inmunitario hacia las proteínas amigas.
El diagnóstico de la artritis requiere la realización de radiografías, ecografías y resonancias magnéticas de las articulaciones, que permiten ver la posible presencia de hipertrofia sinovial, derrame articular, erosiones óseas o bursitis. También son esenciales para el diagnóstico los análisis de sangre especiales, que permiten detectar rastros de factor reumatoide, anticuerpos anticitrulinados, el índice de ESR en sangre y la PCR.
Los enfermos de artritis pueden encontrar alivio en las fases más dolorosas y agudas tomando AINE y cortisona, lo que ayuda a acelerar la respuesta clínica del paciente.
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