La rizoartrosis es una inflamación crónica que afecta a la articulación trapeciometacarpiana y que, por tanto, impide el movimiento del pulgar y, a veces, de los demás dedos de la mano.
¿Qué es la Rizoartrosis?
Contenido
Esta enfermedad se comporta como otras formas de artrosis: dolor persistente con picos muy fuertes y manifestaciones que varían de una persona a otra, rigidez muscular e incapacidad para realizar movimientos normales, bloqueo del miembro. La Rizoartrosis afecta a la mano, a la articulación y en particular al hueso trapecio y al primer metacarpiano. Es la forma más común y extendida de artrosis de la mano. Comienza en la muñeca y se acerca progresivamente a las articulaciones de los dedos.
Causas de la Rizoartrosis
La inflamación crónica puede deberse a varios factores, en función de la edad, a posibles problemas de origen traumático y, más concretamente, al adelgazamiento del cartílago de la articulación.
Cuando esto ocurre, debido a la tensión continua en la zona o por la edad, se crea una proximidad entre el trapecio y el metacarpo.
El contacto directo provoca un roce insano, que luego se traduce en un déficit de movimiento del pulgar. El daño puede degenerar si la inflamación no se detiene a tiempo y, sobre todo, si, además del proceso en curso, la pieza sigue dañándose por el roce entre los huesos.
La degeneración que se produce puede depender de uno o varios factores que se combinan entre sí. En primer lugar, la edad: esta enfermedad suele darse en personas mayores de 45 años, y las mujeres son más propensas a padecerla, ya que suelen estar más expuestas a la artrosis.
En este caso concreto, la enfermedad está vinculada a una correlación hormonal y, por tanto, puede aparecer después de la menopausia. Los problemas y las lesiones del pulgar y de la mano también pueden provocar la aparición de esta sintomatología, ya sea como consecuencia de lesiones anteriores o de un esfuerzo continuado por determinados deportes como el rugby y el baloncesto o por trabajos penosos que utilizan principalmente las manos y someten a la articulación a una gran tensión.
También hay que tener en cuenta los factores genéticos, ya que algunas personas están predispuestas a desarrollar determinadas enfermedades. La presencia en la familia de parientes cercanos con enfermedades artríticas es un vínculo que no debe subestimarse. Otro aspecto importante es el peso, ya que las células grasas de las personas obesas tienden a dañar las articulaciones en determinados lugares.
Sintomatología
Los signos evidentes de la enfermedad se manifiestan siempre por un dolor persistente. Comienza en la base del pulgar y se irradia hacia la muñeca y los dedos, y no debe confundirse con la causada por el túnel carpiano.
También puede haber una sensación de entumecimiento en el dedo o la mano, problemas con los movimientos normales, sonidos extraños durante la articulación del movimiento y, en general, una sensación de tensión localizada. Sin embargo, lo primero que se nota es el dolor al tratar de mover el pulgar, se hace complejo abrir un frasco o incluso una simple manija.
Al principio es transitorio y el paciente tiende a no notarlo porque piensa que es un dolor o una inflamación temporal, luego vuelve a aparecer, se extiende y se agudiza. Cuando la inflamación ha alcanzado un grado severo, el cartílago está muy erosionado y el dolor es insoportable.
La rizoartrosis puede producirse en una mano o en ambas. Sin embargo, es importante acudir a un médico inmediatamente, y cuando te des cuenta de que tienes un dolor que va y viene, tienes que investigar más. La situación puede degenerar en algunos casos hasta el punto de provocar una atrofia muscular, en este caso denominada eminencia tenar, ya que se produce una reducción del volumen de los tres músculos de la palma de la mano y también una deformación total del pulgar que llega a adquirir una forma de Z.
Diagnóstico de la Rizoartrosis
Si los primeros síntomas no se manifiestan de forma inmediata, es importante acudir a un especialista, ya que puede reunir toda la información, realizar un examen objetivo de la situación y valorar cómo proceder. Un examen radiográfico suele ser útil, especialmente cuando ya se ha determinado el adelgazamiento del cartílago articular.
Rizoartrosis: Remedios y terapia
Cuando se diagnostica la enfermedad, es necesario comprender no sólo los síntomas sino también el estado de avance. Sin embargo, no existe un tratamiento específico, es decir, que pueda curar al paciente por completo. Por lo tanto, lo que se puede hacer es actuar sobre los síntomas aliviando el dolor y la inflamación, permitiendo reanudar el movimiento y la movilidad con una reducción de la hinchazón.
Básicamente, el tratamiento puede ser conservador en primera instancia, es decir, mediante terapia farmacológica, ejercicio y asesoramiento, y quirúrgico en segunda instancia en los casos más graves cuando la terapia farmacológica no permite obtener grandes resultados y así continuar con la vida normalmente.
El tratamiento conservador consiste en el reposo, sobre todo cuando el dolor es agudo, la aplicación localizada de hielo, la administración de antiinflamatorios como la aspirina y el ibuprofeno y de corticoides, el uso de ortesis, cremas locales a base de capsaicina (analgésicas y antiinflamatorias), como la garra del diablo, y luego fisioterapia y ejercicios para estirar y fortalecer los músculos y los ligamentos.
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Con el tratamiento quirúrgico, se reconstruye la articulación dañada con una prótesis y se realinean las partes óseas si ya se ha producido un cambio estructural en la posición del hueso.
Suplemento y pomada natural recomendados para la Rizoartrosis
Para una mayor eficacia, se recomienda el uso de ambos productos:
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Ejercicios y consejos útiles
Los consejos de los expertos incluyen una nutrición adecuada. Una dieta saludable puede prevenir la obesidad y conservar los músculos. En particular, se recomiendan las verduras, los cereales, las carnes magras y un gran consumo de uvas rojas, cebollas, manzanas, bayas, brócoli, tomates, cítricos y cerezas.
Desde un punto de vista práctico, siempre es conveniente trabajar con ejercicios localizados para que la mano no pierda su elasticidad. Si durante las fases agudas es bueno descansar el pulgar, entonces es necesario trabajar los músculos circundantes para reducir el dolor. Es esencial una fase de estiramiento y luego de alargamiento, que debe ser constante e intensificada progresivamente en el tiempo.