Test fibromialgia ¿Qué pruebas hay que hacer para la fibromialgia?

Test fibromialgia

¿Qué es la fibromialgia?

¿Test fibromialgia, que es y para que sirve exactamente ? La fibromialgia es una enfermedad crónica y sistémica que se caracteriza por un dolor intenso, generalizado y continuo que afecta al sistema musculoesquelético.

La fibromialgia, especialmente incapacitante, va acompañada de una disminución del umbral del dolor, fatiga, trastornos del sueño y un estado de ansiedad persistente.

La fibromialgia no es fácil de diagnosticar porque no sólo puede presentarse de forma leve e inespecífica, sino también porque puede dar lugar al diagnóstico de una enfermedad relacionada, como la artritis, por ejemplo.

Catalogada como una “patología reumática de naturaleza extrarticular“, la fibromialgia suele presentarse con un dolor continuo y generalizado en todo el cuerpo, con calambres, sensación de rigidez muscular, parestesias, neuralgias, punzadas intercostales y un intenso dolor a la palpación en al menos 11 de los puntos definidos como “puntos sensibles“, situados de la cabeza a los pies y estimulados por la acupuntura.

Estos síntomas también pueden ir acompañados de cistitis intersticial, dolor pélvico, aturdimiento, dificultades de concentración, depresión y déficit de memoria.

Exámenes para la fibromialgia

Test fibromialgia Cómo diagnosticar la fibromialgia

Con una gama de síntomas tan amplia y heterogénea, no siempre es fácil llegar a un diagnóstico oportuno con un Test de fibromialgia .

La historia clínica del paciente, a menudo poco clara y decididamente confusa, no suele ir acompañada de pruebas tangibles de la enfermedad en curso, lo que lleva al sujeto a visitar al reumatólogo, al ortopedista, al neurólogo e incluso a especialistas en dolor crónico.

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En la mayoría de los casos, como ya hemos comentado, el paciente sufre un estado de malestar generalizado que se irradia por todo el cuerpo, con constantes punzadas de dolor que intentará aliviar con analgésicos y antiinflamatorios, pero sin llegar a conseguirlo.

Esto puede considerarse una señal de alerta temprana: si el tratamiento con fármacos de este tipo no surte efecto y el dolor afecta al sistema musculoesquelético de forma cada vez más acuciante, el médico de cabecera puede verse impulsado a recomendar al paciente que visite a un reumatólogo especialista.

Test fibromialgia ¿Qué exámenes se deben realizar para la fibromialgia?

Cuando acuda al reumatólogo, el especialista le hará un examen específico y objetivo de las 18 zonas del cuerpo humano denominadas puntos sensibles. Situados en todos los distritos del cuerpo y correspondientes a los núcleos energéticos destacados por la acupuntura, los puntos sensibles son “encendidos” progresivamente por la fibromialgia a medida que avanza la enfermedad.

La palpación de los puntos sensibles -en la base del cráneo, en el cuello, en la parte superior de los hombros, en la rodilla, en la parte superior de las nalgas, en la caja torácica, en la columna vertebral y en la cadera- no sólo pone de manifiesto el dolor de los puntos más sensibles, sino que también permite al reumatólogo descartar otros tipos de enfermedad y llegar finalmente al diagnóstico despues de un Test de fibromialgia.

Este tipo de examen es especialmente útil para registrar una mayor o menor sensibilidad de los miembros afectados al tacto, ya que un primer examen objetivo no revela ningún trastorno concreto. Si se aplica una presión, aunque sea ligera y leve, justo en los puntos sensibles, se sentirá un dolor muy agudo, que es síntoma de una contractura o de una alteración bastante importante en la anatomía de los músculos.

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Además, para llegar a un Test fibromialgia y diagnóstico certero, es fundamental evaluar el estado de salud general del paciente. En este sentido, es esencial realizar una serie de análisis de sangre para detectar cualquier disfunción tiroidea, la presencia de un factor reumatoide específico y, en general, para analizar la composición específica de la sangre.

Por lo tanto, los análisis de sangre deben incluir un recuento sanguíneo completo, TSH y FT4 para comprobar la función tiroidea y los niveles de calcio en sangre, TAS y ESR, proteína C reactiva, una serie de anticuerpos antinucleares, factor reumatoide, fosfatasa alcalina y creatina fosfoquinasa.

Aunque, sobre todo en los últimos años, se han producido avances decisivos en el diagnóstico y el tratamiento de la fibromialgia, todavía no existen pruebas técnicas de laboratorio específicas que permitan detectar la enfermedad con exactitud y a tiempo. Sin embargo, en el caso de la deficiencia de vitamina D, los tumores malignos, el hipotiroidismo, las enfermedades infecciosas o las deformidades y malformaciones óseas, el médico puede ordenar más investigaciones de diagnóstico para descartar otros tipos de enfermedades con síntomas similares.

Cómo identificar las causas y los factores de riesgo de la fibromialgia

Como hemos visto hasta ahora, no siempre es fácil llegar a un diagnóstico correcto y oportuno de la fibromialgia. Aunque los análisis de sangre proporcionan una imagen más clara de la situación y la palpación de los puntos sensibles es la mejor manera de disipar cualquier duda que quede sobre la enfermedad, también es necesario evaluar las probables causas y los factores de riesgo subyacentes a la fibromialgia.

Los factores predisponentes pueden ser endógenos y ambientales, ya que pueden derivar de causas genéticas y de la herencia, de traumas psicológicos, de enfermedades infecciosas y de una particular predisposición a las enfermedades autoinmunes de tipo reumático, como la artritis reumatoide.

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La fibromialgia es también una enfermedad que se origina en el sistema nervioso central, provocando una interesante afectación y alteración de la actividad neurológica normal que, al generar un exceso de actividad de los neurotransmisores del dolor, los hace mucho más sensibles y reactivos a los estímulos externos.

En la actualidad, no existe una cura específica para la fibromialgia: cada tratamiento está dirigido a hacer más llevadero el dolor combinando una serie de terapias farmacológicas y no farmacológicas.

Mientras que las primeras implican la administración de antidepresivos, relajantes musculares, analgésicos y antiepilépticos para mantener bajo control a los pacientes con síntomas más graves, las segundas pueden ser cognitivo-conductuales, indicadas para reducir la hiperactividad neurológica, o pueden consistir en ejercicios físicos específicos para aliviar la sensación de ansiedad y fatiga, los trastornos del sueño y la sensación general de malestar.

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